texto JOSHAEL ROJAS SARABIA
México es un país de tristes verdades, realidades que llegan a sobrepasar la ficción de cualquier historia. Esta tierra morena llena de surrealismo, este mundo irreal para las personas que no viven en él, cuenta historias perversas y traumatizantes como la que relató en su cortometraje Oscar Enríquez Mendoza; érase una vez un sueño llamado México que se convirtió en pesadilla.
Mila, de Enríquez Mendoza, nos cuenta la historia de ésta mujer, madre de familia sola, que vive en un país de constante violencia. Lo que más resalta de Mila es la toma cerrada que maneja en casi la totalidad de los 17 minutos que dura este cortometraje, una cámara en mano errática que nunca pierde de vista la mirada del personaje principal. Los pocos elementos en la imagen deja una carga de suma importancia a la actriz para que en la mirada y en sus expresiones corporales nos pueda transmitir la impotencia, la desesperación y resignación de una mujer que trata de no darse por vencida, les digo algo, la actriz no defrauda en su interpretación.
Este primer plano que reina en el cortometraje tiene una razón de ser, el director de esta producción hizo de la violencia una experiencia personal entre la víctima y tú, casi como si fueras el victimario, una incomodidad que logra provocar en al espectador. A continuación procederé a arruinarles parte del gran final de Mila, si gustas saltar este párrafo continuarás con la expectativa de este cortometraje cuando lo veas. La violación al personaje principal es uno de los momentos cruciales de la historia, crudo y sucio como lo podrías esperar de una situación así.
“Si yo me meto en un tema de esos no podría voltear a otro lado, por eso decidí filmar el corto encima de la protagonista, entonces, es como una especie de compromiso con el personaje, no podría voltear a otra parte cuando la están violando, ¿Por qué haría eso?, me han dicho que es como demasiado en tu cara, incluso Gaspar Noé se aleja 10 metros en Irreversible pero yo creo que es una especie de compromiso con el personaje y que no podría estilizar un momento así”, aseveró Enríquez Mendoza.
Si tienen la oportunidad de ver a Mila verán una producción elegante, que trató de ser diferente en un tema común y que en sí es simplemente el resultado del amor hacia una mujer. Oscar Enríquez Mendoza, director y guionista de Mila dedicó este cortometraje a su madre y cuenta con símbolos clave para que ella no perdiera el interés en la historia, pues el director señala que es de importancia que te guste el proyecto para que el resultado le guste al público.
Sin importar cuanta sea la tortura y humillación hacia la mujer en el mundo misógino y machista de Mila, el director trató de reflejar su amor y admiración hacia el género femenino por medio de la fuerza y convicción que encarnó el personaje principal.
Mila fue el preámbulo de Las Elegidas, un largometraje que abordó la misma temática de la violencia. La agresión hacia la mujer en la actualidad persiste en el aspecto sexual, y es ahí donde se sitúa la historia.
La obra de David Pablos hace del amor un trabajo muy rentable para los hombres en esta película; nos permite ver que un poco de amor genera una gran cantidad de dinero. Muestra a los personajes masculinos usando lo mejor de sus tácticas de conquista para poder atraer a jóvenes chicas al mundo de la trata de personas.
Pablos arranca la inocencia de sus jóvenes personajes desde la primera escena y acaba por dejarles una felicidad deslucida y macabra a ambos; una trágica historia que te deja con un inevitable sabor amargo. Un relato original pues a pesar de la temática muestra como personaje principal a la figura masculina.
La historia gira en torno a Ulises y su largo camino de liberar a Sofía, su novia, de la red de trata de personas que dirige su padre y su hermano, situación que él mismo propició y que trató de evitar; al fallar en el intento tuvo que remediarlo por medio de un trato con su padre.
Mientras vemos a un Ulises ocupado en enamorar y engañar a una joven para que cubra el lugar de su novia en el prostíbulo y pueda salir, vemos la otra cara de este largometraje, una Sofía de 15 años destrozada y ultrajada a lado de otras mujeres que ya han aceptado su destino.
Es realmente de apreciar la manera en que Pablos trata este tema; sin que se vea una escena de sexo explícito, deja que la imaginación se libere con una escena muy inteligente, donde solo se ve a Sofía con la mirada perdida, la imagen de su cliente y el sonido del acto, David deja que lo peor de nosotros llene la ausencia en la imagen con lo grotesco de la situación. En ningún momento este film pierde la fuerza y el impacto al tratar de una forma interesante un tema complicado.
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