texto por ANDREI MALDONADO
fotografía ROBERTO CÁRDENAS
Como dijera Luis Felipe Tovar: “existe el cine mexicano y el cine mexicano de Rafael Inclán”. Uno de los “feos” del tan desprestigiado Cine de Ficheras estuvo en Durango durante la realización del séptimo Festival del Nuevo Cine Mexicano de Durango. Cinéfagos charló con él y nos compartió su experiencia durante esa turbulenta época, así como la realidad del cine mexicano actual.
¿Qué efecto tuvo el cine de ficheras en México?
Como tal el cine de ficheras no fue tan extenso como se cree, yo solo participé en cinco, las más conocidas, las filmadas por Guillermo Calderón. Todas las películas de ficheras no eran otra cosa que secuencias de teatro de vodevil y tuvieron su origen cuando Calderón se quedó hasta sin su casa por filmar La virgen de Guadalupe.
Al no tener dinero contrató a la gente que hacíamos teatro de vodevil, entre ellos Alfonso Zayas, Luis de Alba, Alberto “Caballo” Rojas y yo, y empezó a filmar teatro de vodevil generando películas quizá muy malas, pero que nos dieron de comer a toda la gente del teatro porque se pagaban en dos semanas, llenaban los cines de los barrios en toda la República y eso permitía que salieras de una y entraras a trabar en otra inmediatamente.
¿Por qué se dejó de hacer cine de ficheras?
Las películas de ficheras tuvieron su época, como lo tuvo el cine de cabaret y de rumberas, del cual fueron herencia. Cumplieron su objetivo, el cual estaba relacionado directamente con la vida económica y social de la época y que, una vez que está cambió, las volvió innecesarias, por eso ese cine ya no puede volver.
¿Quedó marcado por ese cine?
Fue el que me dio a conocer, sin embargo el que es buen actor tiene que hacer cualquier papel. Lo mismo hice ficheras que Risptein y sigo trabajando con distintos directores.
¿Le gustaría trabajar en alguna producción en Durango?
Ya tuve oportunidad en el pasado de trabajar aquí, precisamente en Canatlán en la película La cosecha de mujeres, que no era una película de ficheras. Esa también le costó la casa al director. Con gusto vuelvo, nada más hace falta que me inviten (risas).
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