domingo, 20 de septiembre de 2015

Una nueva catedral para el cine mexicano

texto ERIC EDUARTE VILLA
fotografía ROBERTO CÁRDENAS


Fue un abril de 2009 cuando en Durango nacía el Festival de Cine Mexicano. Empezó aquel certamen como una promesa para posicionar a Durango nuevamente en el mapa cinematográfico como lo había sido durante la época en que John Wayne le mostraba al mundo ese cielo azul del Viejo Oeste, de esa ciudad que vio nacer a grandes estrellas del séptimo arte como Dolores del Rio, Andrea Palma, Julio Bracho, Ramón Novarro, Silvestre y José Revueltas, entre otros. Aquella primavera de hace siete años Durango volvía a encender el proyector no para ver una película gloriosa de vaqueros, sino para darle apertura y oportunidad al cine nacional.

Este año la séptima edición cumplió con las expectativas esperadas. Los jóvenes que habían estado presentes en las más recientes versiones del certamen no escondieron su ánimo por el arranque de la fiesta cinematográfica. Entonces llegó el día esperado, el 10 de junio, y la inauguración fue un desfile de flashes de cámaras y cinéfilos que buscaban llevarse un recuerdo a casa con la presencia de la actriz Martha Higareda y de los actores Luis Felipe Tovar y Rafael Inclán. La fiesta apenas comenzaba. Los días siguientes se enfocaron a las exhibiciones de las producciones en competencia, tanto en largometraje, cortometraje nacional, así como la selección “Hecho en Durango”.


Los talleres de capacitación también tuvieron una gran convocatoria, llevándose así la preparación para las áreas de actuación, guión, crítica y producción. La maestría de los talleres corrieron a cargo de la actriz Mónica del Carmen en el taller de actuación cinematográfica, la enseñanza para llevar una idea a la pantalla fue obra de la guionista Sofía Gómez Córdova, quien también fungió como delegada del Jurado Joven; la responsabilidad de llevar a los jóvenes a una mejor apreciación del cine a través de la crítica fue de Erik Estrada y el taller “¿Cómo hacer cine con bajo presupuesto?” fue impartido por el director guatemalteco Julio Hernández Cordón.

El festival no podía dejar de realizar un homenaje a uno de los directores de cine más grandes de la post-época de oro del cine mexicano, el director aragonés Luis Buñuel, que este 2015 cumple 115 años de natalicio. En la representación de este homenaje viajó desde Calanda, España (misma ciudad donde nació Buñuel) el director de cine y promotor cultural Javier Espada, siendo actualmente director y fundador del Centro Buñuel de Calanda. Su presencia no solo abarcó una charla sobre el cine que realizó Buñuel, también fungió como Jurado Mayor del festival junto a Mónica del Carmen, Julio Hernández Cordón y el director ganador del Festival en 2014 Ricardo Silva.


Pero Buñuel tenía algo más que ofrecer a este festival y fue que entre todos los premios ya previstos para las cintas en competencia la esencia del director aragonés, bajo la influencia carismática de Javier, invitó y provocó la incursión de un nuevo premio para el Festival, el premio Casa Calanda, que galardonó a una de las películas de la selección oficial. Sobre el cierre del festival se dio la charla con los directores de cada uno de los largometrajes y cortometrajes nacionales, compartiendo sus visiones con los asistentes, consiguiéndose así una comunicación entre creador y espectador.

Llegada la tarde del 14 de junio las nostalgias aparecían entre los participantes y cinéfilos, pues se despedía una edición más del Festival de Cine Mexicano. Sólo quedaba ver partir la fiesta con la premiación de las películas, donde estuvo mayormente concentrada la expectación del público. Y fue el Javier Espada quien se encargó de clausurar el festival presentando su documental Tras Nazarín, una obra que se quedará para la posteridad, un trabajo bien realizado que reúne grandes directores de cine, músicos y demás artistas sobresalientes tanto de España y México, un material histórico sobre lo que fue la cinta Nazarín de Luis Buñuel.


A la hora de los premios colegas, amigos y realizadores enfrentaban este festival con sus propuestas cinematográficas, que desde la función de presentación de los cortometrajes duranguenses mostró un lleno total para apoyar a estos jóvenes que demostraron gran ímpetu por sobresalir en el mundo del séptimo arte y sólo uno de ellos se llevaría la gloria de este año, misma que fue para la joven Pamela Velázquez, que con Ni aquí, ni allá se proclamó ganadora, mientras que Come and see, realizado por el cineasta y teatrista José Ángel Soto Favela, recibió una mención honorífica.

Fue Artemio Narro quien conquistó la noche al llevarse el premio a la mejor película del festival con su cinta Me quedó Contigo. El Jurado Joven, integrado por jóvenes de la localidad, tras una reñida deliberación otorgó el premio a Filosofía natural del amor de Sebastián Hiriart. El premio Casa Calanda se lo llevó el documental Matria de Fernando Llanos y el público se dejó encantar por el documental Made in Bangkok del director Flavio Florencio, quien recibió también una mención honorífica del jurado. Así terminaron cinco días de fiesta, que con tantas actividades, cada uno de ellos se hizo largo, lleno de cine aquí y allá. Ahora sólo resta contar los días para la octava edición en 2016.

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