viernes, 18 de septiembre de 2015

Magnolia: poesía de la cotidianidad

texto por JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

La poesía no sólo es amor, también es cruel; es amarga como la hiel. La poesía es la vida misma. "Tengo tanto amor para dar y no sé dónde ponerlo", "Puede que nosotros hayamos acabado con el pasado, pero el pasado no ha acabado con nosotros" y "Esta es la parte de la película en la que tú me ayudas", sólo son algunas frases que te enredan en esta película.

Magnolia es un poema a la cotidianidad, a lo que puede pasar y a lo que no puede pasar; a lo que parece que es real, pero no lo es, y a lo que parece que no es real, pero que sin duda lo es. A la rara realidad de cómo pueden ser entrelazadas tantas almas sin siquiera estarlo o sin ellos saberlo. Es una historia que sin una trama o clímax. Tiene tanto en sí y tanto poder ¿La vida es corta? ¿Hay amor en ella? ¿Vale la pena luchar? ¿Sirve de algo este mundo? Muchas preguntas se plantean, pocas tienen respuestas.

Con esta película Paul Thomas Anderson logra crear su primera gran película completa. Si bien con Sydney y Boggie Nights había demostrado que sabía trabajar, y trabajar muy bien detrás de una cámara y detrás de la maquina de escribir, no es hasta con Magnolia que le muestra al mundo que tiene en verdad “madera” para crear historias que involucren tanta complejidad y a tantos personajes como para no abandonar a ninguno y hacerlos a todos brillar desde sus dramáticas y trágicas historias.

Como un niño que rapea frente a un policía para darle el testimonio de quien crea los disturbios en su barrio y que días después salva la vida de una mujer desesperada que pretende suicidarse agobiada de su vida llena de pecados. Los diálogos hacen que esta película aparezca en tu día a día, reproduciendo en tu cabeza lo que tú harías si la vida fuera una película, pero no lo es, así como las historias de los personajes de esta película no sólo vienen de una película.

Con una compleja actuación de todo el elenco que pareciera no les sobrara ni les faltara nada, pues les crees todo como si fuera su propia historia, tienen toda la realidad y la verosimilitud que la ficción les puede permitir. Tom Cruise nos regala una de sus actuaciones más emotivas en la escena en que le llora a su padre mientras no le quiere llorar, John C. Reilly nos muestra el gran actor que puede llegar a ser, y un joven pero perfecto Phillip Seymour Hoffman nos empezaba a enseñar en el monstruo de actor en que se iba a convertir.

Magnolia es una película para entender la escuela, los principios y lo que era P.T. Anderson antes de explorar su lado oscuro con Petróleo Sangriento y El Maestro y que ahora regresa con Vicio Propio. Además es la película con la que los críticos lo adoptan como uno de sus favoritos de aquella nueva generación de directores que venían a reinventar la industria del cine junto con Tarantino, Jonze, Linklater y más, que lo hace acreedor a la nominación al Oscar por mejor guión original y un Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín.

Una película con la que te sentirás identificado porque la vida misma siempre se verá reflejada en el cine, ese cine que siempre se nos hará tan cautivante. Si bien todos buscamos historias que nos transporten a otros mundos o a otras realidades que la humanidad no comprende, siempre nos vamos a sentir más emocionados, más motivados y más identificados con las historias que nos permiten encontrarnos en la pantalla.

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