por ERIC EDUARTE VILLA
Cuando se es cinéfilo, uno busca compartir su pasión, su gusto por el cine; hacer que otras personas se adentren y se pierdan en la fantasía, en los mundos y universos increíbles que sólo existen en ese rectángulo mágico de color blanco y que al apagarse las luces, cobra vida.
Apenas en 2013 en la capital duranguense nació la inquietud de proyectar películas y crear charlas con los asistentes de tal manera que lograran apreciar el arte, enfocándose y arrancando desde el lenguaje audiovisual.
Al poco tiempo ese sueño pasó a ser realidad, al crearse el Cine Club Korova. Con más de 80 funciones en año y medio desde que se inauguró, distintos cafés han sido hogar del cine club y recientemente adquirió doble sede, donde ahora se proyecta cine dos veces a la semana.
Su más reciente punto de proyección se encuentra en el Bar Cultural “La Peña”, que además de continuar con las funciones en Cinco Café cada miércoles, los viernes es el día de volver a Korova pero en esta ocasión en un bar.
La idea de tener un par de exhibiciones a la semana, es de hacer los ciclos mensuales con mayor variedad de títulos cinematográficos, pero más que nada, llenar de espacios artísticos y salas de cine en la ciudad de Durango bajo el mismo formato de ver la cinta e inmediatamente pasar a la mesa de análisis y debate, ya que es ahí donde se enriquece y retroalimenta el sentido de la película expuesta, haciéndose acompañar de bebidas, en este caso vinos y cerveza.
La mayoría de las cintas a exhibir en el bar se enfocarán en tener un alto criterio, llevándonos al cine con temáticas etiquetadas como un tabú, siempre que sean películas que estén consideradas como obras artísticas.
Y no sólo es abrir un lugar más para proyectar cine de otros países, también es ir dando apertura a más espacios donde se pueda dar proyección a cortometrajes y largometrajes realizados por gente del estado, así como material audiovisual de donde venga y que carezca de una posibilidad de distribución.
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