sábado, 6 de enero de 2018

Blade Runner 2049: la distopía a través de la luz, la sombra y el color

por ANDREI MALDONADO

Si algo me gusta analizar de las películas es su fondo, no tanto su forma. Siempre agradeceré un buen guion a pesar de que se tengan carencias en la producción. Sin embargo Blade Runner 2049 ha hecho que no sólo me interese en su contenido, también en su fotografía, ya que parte de ese futuro distópico que se forma ante el espectador no podría concretarse sin las luces, las sobras y los colores logrados en el filme.
Particularmente no me fascina el uso de pantalla verde en el cine, será que estoy chapado a la antigua, pero estoy consciente que sin el uso de la tecnología y los efectos especiales centenares de mundos que hoy son tan reales para nosotros simplemente no existirían. Sin embargo con Blade Runner 2049 no solo soy consciente de ello, sino que puedo apreciar que se ha logrado una belleza inigualable a nivel imagen gracias a estas tecnologías.

Uno de los elementos que más me fascinaron es la elección del color de acuerdo al escenario. Las luces estridentes contrastando con los azules más oscuros de la ciudad, los naranjas del área radioactiva donde habita Rick Deckard (Harrison Ford), el blanco puro de la zona en cuarentena donde habita la doctora Ana Stelline (Carla Juri) y el negro absoluto del mar embravecido en las escenas de acción entre Joe-K (Ryan Gosling) y Luv (Sylvia Hoeks).

La elección de los elementos que aparecen a cuadro también resulta fantástica. En primer término destacar cómo Gosling aparece a escena. El tipo es uno de los rostros más atractivos de Hollywood, sin embargo la mayoría de las veces lo vemos en planos generales, como una sombra, una silueta dispersa en el caos. En otros lo vemos de espalda, mirando siempre a horizontes donde su personaje busca las razones de su existencia como replicante.

Otra obra magistral de la fotografía de Roger Deakins en la obra dirigida por Deniss Villeneuve –y que seguramente se volverá una imagen icónica del cine contemporáneo- es en la que la publicidad de Joi (la acompañante cibernética que todo usuario futurista desea, magistralmente interpretada por Ana de Armas) aparece agigantada delante de K, con un contraste entre dimensiones, colores y sombras entre ambos personajes.

Y para no perder la tradición habrá que hablar del guion. Para más de uno (malpensados como yo) Blade Runner 2049 tiene guiños muy profundos no solo con su antecesora (de la cual, a diferencia de Trainspotting 2, no usa referencias forzadas, sino deliciosas, como la aparición de Rachel) sino también con Alien Covenant, pues más allá que Ridley Scott esta vez sólo produjo el filme, el que se hable de colonias espaciales, sintéticos y apocalipsis en la Tierra nos hace pensar en que Niander Wallace (Jared Leto) bien podría ser el antecesor de Peter Weyland y su corporación Weyland-Yutani del universo también creado por Scott.

No podemos dejar de hacer mención del conflicto moral que establece la película en el sentido de que vemos la realidad expandida en tres planos: los replicantes, vistos como una plaga al no ser humanos; los humanos, vistos por los androides como una especie mezquina, y el programa Joi, quien enternece al enamorarse como un ser humano de Ryan. El final nos abre la puerta para una nueva entrega que esperamos no tarde esta vez otros 30 años en aparecer.

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